Ya de vuelta de mi finde de compras en Andorra, donde estrené mi joyero de viaje (jeje), hoy vengo a enseñaros otra cosilla que me he hecho.
No sé vosotras, pero yo siempre he llevado unas carteras enoooornes. Que van super bien para meter cosas, la verdad. De hecho, metes de todo!! Papeles, facturas, tarjetas de credito, invitaciones, tarjetas de visita, de fidelidad del Mercadona, del IKEA... En fin, lo dicho, de todo (menos dinero que no hay, claro) Pero en cambio dichas carteras son lo peor para salir un fin de semana con, digamos, un bolso de fiesta. Para mi, los bolsos de fiesta (o no necesariamente de fiesta, pero si de finde nocturno) son a los bolsos como los chigüagüas al mundo canino: pequeñitos, absolutamente, ridículos también, pero tannnnn monos....!! Y para ridícula yo, siempre, intentando meter mi super cartera en mi mini bolso ...
El caso es que, pensando en el tema, he llegado a la conclusión de que me resulta más práctico llevar por un lado un mini-monedero (os enseño los que hice en su día, mini monederos de ganchillo), por otro lado las tarjetas que no usamos mucho en un tarjetero de aluminio (que el famoso finde de fiesta se quedan en casa, porque para qué queremos la tarjeta del IKEA leche, si cuando vayamos para casa no lo vamos ni a encontrar) y en la cartera, sólamente billetes y las tarjetas de crédito del día a dia, mas DNI y carnet de conducir.
Ya en su día había hecho algunos experimentos con carteras: cartera de papel pastificado, y cartera de tela. Esta es la versión renovada, esta vez usando tela vaquera para la parte de afuera, y dos telas a conjunto para la parte interior. De esta forma, resulta más rígida y por tanto mas cómoda que la de tela, y mas duradera que la de papel plastificado (que por mucho que la cuides, y mira que he probado diferentes plásticos) caduca a los 6-8 meses aproximadamente.
Después de pelearme un poco con ella, así es como ha quedado. ¿Qué os parece?
Un saludo, y buena semana!
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